Bitcoin crash, e impacto ambiental
Bienvenidos a Trading & Blockchain, un blog donde escribimos sobre las historias de cómo los mercados de capitales evolucionan y se transforman en esta era digital
Esta semana abordamos lo que ha sucedido con el precio de bitcoin, sobre si es una oportunidad o una advertencia, así mismo, abordamos su impacto ambiental para contribuir en esa discusión. Veamos:
Bitcoin crash: oportunidad o advertencia
El viernes pasado, cuando publicábamos nuestro post semanal, el bitcoin cotizaba a más o menos us$49,961, exactamente un mes antes, había llegado a un máximo de us$64,863. Al momento de escribir este post, está en us$40,850 y en la semana llegó a cotizar a us$30,681. ¿Adrenalina? Volatilidad.
La volatilidad es una medida estadística de la dispersión de los precios de un valor o índice de mercado determinado. Es una medida de la desviación estándar o la variación entre los precios de un activo durante un periodo de tiempo determinado. En los mercados de capitales, la volatilidad se asocia a la fluctuación, subida y bajada, de los precios de un activo financiero, lo cual es un factor clave a la hora de tomar una decisión de inversión. ¿Es lo mismo que un casino? Definitivamente no. En un casino la utilidad o pérdida depende del azar. Las inversiones en el mercado de valores, y las inversiones en las criptodivisas no dependen del azar. Dependen de la oferta y demanda. Y en el caso de las criptodivisas, a diferencia de las monedas emitidas por los bancos centrales, no hay un tercero encargado de mantener la “estabilidad de la moneda”. En efecto, en las monedas emitidas por bancos centrales (como el Dólar, el Euro, el Peso, etc.), la función esencial del banco central es mantener una oferta monetaria que conserve la estabilidad de la moneda, si se emiten muchas monedas y billetes, aumentando la oferta monetaria, el precio de la moneda cae, fenómeno conocido como inflación. El problema está en que muchas veces se emite dinero en exceso (para pagar gastos), lo cual termina generando inflación en altos niveles. Por eso, la credibilidad de los bancos centrales depende de la seriedad con que manejen la política monetaria, la cual se mide por la inflación. En el caso de las criptomonedas no existe ese “árbitro” encargado de mantener su estabilidad (menor volatilidad), lo cual tiene sus aspectos positivos y negativos. Lo bueno, es que elimina el riesgo de que, por cualquier razón, ese árbitro aumente la oferta de la criptomoneda causando pérdida de valor de las criptomonedas en circulación (en el caso de las divisas emitidas por bancos centrales, ese riesgo, en manos de políticos, puede llevar a hiperinflación, causando una crisis económica). Lo malo de que no exista ese “árbitro” es que deja que funcione el libre mercado en su más natural expresión: la libertad. Y esa libertad, puede hacer que la oferta o la demanda aumente en cualquier momento y por causas diferentes, y, en consecuencia, los agentes económicos tomarán sus decisiones de comprar o vender de manera libre.
Volvamos al bitcoin. Yoel Minkoff nos hace un breve recuento de la volatilidad del bitcoin:
· En 2011 bitcoin cotiza a us$1 en abril, en junio a us$32 y para noviembre us$2.
· En 2013 bitcoin comienza el año en us$13, salta a us$220 en abril, solo para caer a us$70 dos semanas después. Luego sube de us$123 en octubre, a us$1,156 en diciembre, y cae a us$760 en tres días.
· En 2017 cotiza alrededor de us$1,000 en enero y alcanza casi us$20,000 a fin de año.
· En 2018 los precios disminuyen constantemente, y eventualmente se remontan al nivel de us$3,500.
· En 2019 Bitcoin supera los us$10,000 nuevamente durante el verano, pero termina el año en us$7,000.
· En 2020 cayó a un mínimo de us$5,200, y a medida que se desarrolla la pandemia, llega a us$30,000.
· En 2021 bitcoin supera los us$40,000, los us$50,000, y los us$60,000 antes de caer alrededor de us$30,000 y volver a subir a los us$40,000.
Hay muchas maneras de analizar la ocurrido. En los mercados de capitales hay una forma clásica de analizar los movimientos en los precios de un activo con el fin de poder tener un criterio para conocer los comportamientos futuros de ese activo. Se trata del análisis técnico y del fundamental. El análisis técnico se basa en datos estadísticos y los movimientos históricos, mientras que el análisis fundamental se basa en fundamentos o noticias relacionadas al activo.
Desde el punto de vista fundamental, algunos atribuyen el colapso a la represión de China contra las transacciones sobre criptoactivos, la decisión de Tesla de detener las compras de vehículos con criptomonedas, el tweet de Elon Musk y la publicación de JP Morgan sobre las preferencias de los institucionales por el oro sobre el bitcoin. Definitivamente, no va a haber una sola explicación. En la medida en que son múltiples actores, en jurisdicciones alrededor del mundo, no tiene mucho sentido encontrar el “origen” del crash, solo corresponde comprender el entorno de volatilidad en el que se mueven las inversiones en criptoactivos. Pasó, está pasando y volverá a pasar. Sin duda.
Desde el punto de vista técnico, algunos están revisando la similitud de esta caída con la sufrida por el bitcoin a finales de 2017 y comienzos de 2018, por lo que hablan de ciclos de cuatro años. Hay gráficos que muestran cómo esta caída es casi una copia idéntica a la de ese periodo:
Sin embargo, en esta ocasión, la entrada de inversionistas institucionales puede hacer que la recuperación sea más corta, y la próxima subida más pronto. O puede ser que la caída desmotive tanto a los compradores futuros que pierdan todo el interés de volver.
¿Oportunidad o advertencia? Una estrategia muy simple dice: “vende en la burbuja, compra en el crash, y mantenlo durante el invierno”. Puede ser una estrategia para quienes tienen razones técnicas y fundamentales para considerar que el bitcoin es una respuesta hacia el futuro. Para los que ven un mercado alcista (bulls), esta es una gran oportunidad para comprar a precios que quizás no volverás a ver en un buen tiempo; los inversores a más largo plazo utilizan las caídas de precios para aumentar sus participaciones en activos que creen en el largo plazo. Es famosa la frase de Warren Buffett “Tenga miedo cuando los demás sean codiciosos. Sea codicioso cuando otros son miedosos”. Para los que ven un mercado bajista (bears), la alta volatilidad elimina la posibilidad de una inversión pues resta credibilidad, para ellos, una volatilidad del 10% semanal es muy alta, y muy frecuente en el bitcoin. También puede haber estrategias interesantes para quienes hacen trading diario de criptomonedas, para ellos, la volatilidad es el paraíso, y por lo mismo tienen en el bitcoin y las criptomonedas su fuente de trabajo, dedicándose a ello, con disciplina y, sobre todo, el estómago para escoger los momentos para entrar y salir durante el día, para cambiar de activo y para volver, para apalancarse y para cubrirse. Sin duda, hay espacio y oportunidades para todos. En cualquier caso, este es un buen momento para decidir y tomar posición. Para cualquier inversión, la que sea, lo importante será la “tesis” que se adopte, esto es, la imagen general y detallada que tenga del futuro (de una empresa, un sector, un activo), de la probabilidad de ese futuro, y de la forma como puede sacar provecho en ese futuro (comprando, absteniéndose, o aprovechando la volatilidad). Y en momentos como el actual, es muy pertinente revisar la tesis, para ver si las razones con base en las cuales se tomaron las decisiones en el pasado, se mantienen o se modifican. Y para ello, un consejo personal, es muy valioso escribir las razones detrás de esa tesis. Puede ser en un diario personal, o en un blog. Nosotros seguimos apostando al futuro del bitcoin.
Bitcoin y el consumo de energía
Algo que ha llamado mi atención a lo largo de mi vida profesional está relacionado con los estudios o documentos técnicos para tomar una decisión. Trabajé, hace bastante, en un organismo público en el área de regulación financiera. Allí era usual que, para tomar una decisión de política pública, se fundamentara en estudios técnicos. Cuando se trataba de políticas públicas que ya habían sido decididas en otras jurisdicciones o que correspondían a estándares globales, era muy usual que se acudiera a los estudios de organismos multilaterales (FSB, BIS, IOSCO, IAIS, WB, FMI, OECD, IASB, etc.). Un estudio técnico de un organismo multilateral te daba un 75% de probabilidad de que una norma fuera emitida, sea por el Congreso (una Ley), el Gobierno (un Decreto), o las autoridades de supervisión (una Circular o Resolución).
Cuando fui creciendo y el criterio se amplió, pero sobre todo cuando empecé a ver que la tecnología hacía que muchos de los fundamentos cambiaran, empecé a ver que los estudios técnicos tienen un sesgo hacia el status quo. Así mismo, empecé a consultar otro tipo de fuentes y, sobre todo, ser consciente de la capacidad de influencia que tiene ese status quo en la publicación de investigaciones, en la expedición de estándares y normas, y en la “orientación” de las políticas públicas. Esto no cambió la esencia de los criterios, pero sí varió la forma como abordo el análisis de las situaciones o de los dilemas que enfrento en mi vida profesional. Eso hizo que reforzara los criterios para tomar decisiones. Allí es donde los valores, esos criterios que vas acumulando a lo largo de la vida, se volvieron esenciales para distinguir un buen análisis del “ruido”. Con el paso de los años, ví como ese “ruido” empezó a ser mucho más evidente en los temas políticos y económicos a través de las redes sociales. De esta experiencia, hoy en día tengo tres conclusiones que le he transmitido a mis alumnos y que quiero hacer explícitas en este post: (1) los sesgos en las investigaciones o en las noticias siempre han estado presentes, y van a seguir estándolo, no es algo nuevo, solo que hoy la tecnología nos ayuda más rápidamente a encontrar el “ruido”; (2) la verdad, verdadera y completa, solo es posible predicarla del pasado, y los adjetivos han sesgado, sesgan y sesgarán la interpretación de los hechos; (3) en la vida, en algún momento, vas a ser tentado por el lado oscuro para emitir un juicio o tomar una decisión sobre la base de un sesgo mal intencionado, y allí hay tres caminos: caer por ignorancia, caer por decisión, o tener el valor de decir no, y no caer en la tentación es lo más difícil de la vida, pero es precisamente de lo que se trata la vida.
Un buen documental sobre este tema lo ví recientemente en DW Documental, les dejó el video:
Pues bien, en el tema de bitcoin, hay una preocupación creciente sobre su impacto en el medio ambiente. Tal vez esto originó el crash de estas semanas, pero en cualquier caso es un elemento sobre el que vale la pena revisar para formarse una opinión. El problema, es que, haciendo la investigación para este post, me encontré con diferentes investigaciones con conclusiones diferentes. Y obvio, como en todo, el diablo está en los detalles.
Empecemos planteando el problema. La base del silogismo está en que para producir bitcoins se requiere usar energía (minado), por lo que si aumenta el uso de bitcoin aumenta el consumo de energía. Los activistas climáticos concluyen que, si el mundo ya consume energía en exceso, entonces deberíamos dejar de consumir más energía minando bitcoins. Los propietarios de las granjas de minería (que es como se denominan los lugares dedicados a esta actividad) señalan que minando bitcoins se consume menos energía que manteniendo el sistema financiero actual, por lo que debemos es dejar de usar el sistema financiero actual y pasarnos a bitcoin. Detrás de esto, hay un negocio, como casi siempre. Desde el negocio del status quo, hasta el negocio de la minería. Y también hay una diferencia entre minar monedas usando energía renovable o minar monedas usando carbón. Algunos documentos interesantes: aquí, aquí, aquí, y aquí.
Hay varios estudios tratando de medir el impacto real. Un artículo del Financial Times me pareció equilibrado reflejando los estudios sobre el impacto ambiental del bitcoin. Allí señalan que el bitcoin podría estar consumiendo energía equivalente a Suecia, y que alrededor del 65% de la minería proviene de China, donde el carbón corresponde a alrededor del 60% de la matriz energética. Sin embargo, el mismo diario reconoce que no es fácil determinar la verdad completa, y que los mismos estudios mencionan las “zonas grises” de la información que publican.
Así mismo, otros estudios señalan que el sistema bancario consume dos veces más energía que bitcoin. En efecto, según estimaciones de Galaxy Digital, una compañía en el mercado de activos digitales de la cual habíamos escrito en el pasado, realizó un estudio en el que señaló que el uso anual de energía de bitcoin es de 113,89 TWh (teravatios por hora), mientras que la industria bancaria consume más de 260 TWh cada año. Galaxy señala que el consumo de electricidad anual de bitcoin incluye la energía para la demanda de los mineros, el consumo de energía de los mineros, el consumo de energía del grupo y el consumo de energía del nodo. Esta cantidad es al menos dos veces menor que la energía total consumida por el sistema bancario y la industria del oro anualmente, según las estimaciones de Galaxy. Pero reconocen que la evaluación del uso de energía del sistema financiero tradicional no es tan sencilla, pues no hay información sobre el uso de energía de los centros de datos bancarios, sucursales bancarias, cajeros automáticos y centros de datos de redes de tarjetas, pero aun así lo estiman en 263,72 TWh a nivel mundial. Para calcular el consumo de energía de la industria del oro, Galaxy Digital implementó estimaciones para las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la industria proporcionadas en el informe del Consejo Mundial del Oro, donde señalan que la industria del oro utiliza aproximadamente 240,61 TWh por año.
De todo esto, resulta importante señalar que no todos los proyectos que trabajan usando la tecnología blockchain consumen energía de la misma forma como el bitcoin. Esta criptodivisa lo hace porque en su configuración inicial, se determinó que el mecanismo para validar las operaciones (recordemos que es descentralizado), requiere de un proceso técnico y complejo que se denomina prueba de trabajo (PoW). Para efectos del mecanismo de consenso, que es como se llama al proceso técnico para validar la inscripción en una blockchain de una nueva operación, y que es un tema complejo y técnico que da para otro análisis, lo importante es que hay alternativas. Y esto es importante de cara al futuro.
El World Economic Forum señaló recientemente que solo en mercados de capitales la tecnología blockchain tiene el potencial de disrumpir us$867 trillones en operaciones. Actualmente el tamaño de bitcoin es de us$1 trillón (debe ser menos después del crash) y toda la industria de criptoactivos debe estar en poco menos de us$2 trillones. Por lo que para el futuro la elección que se haga del mecanismo de consenso es fundamental para que hagamos de este planeta un mejor lugar. Por ello, quienes trabajamos en esta industria, tenemos la responsabilidad de crear soluciones usando mecanismos de consenso que sean amigables con el medio ambiente, y ese debería ser un criterio a la hora de decidirse por una solución en lugar de otra. Sobre el bitcoin, por supuesto que hay innumerables factores que influyen en su impacto ambiental, al igual que cualquier otra industria consume energía, y depende de su comunidad reconocer y abordar estas preocupaciones ambientales, trabajar de buena fe para reducir su huella de carbono y, en última instancia, demostrar que el valor social que proporciona bitcoin vale los recursos necesarios para mantenerlo. Por su esquema descentralizado, no sé de un mecanismo técnico para recompensar solo la minería basada en energía renovable, pero sí puede ser un compromiso de los gobiernos de solo permitir que se usen fuentes de energía limpias para la minería de bitcoin… y para cualquier otra actividad empresarial.